El anillo chevalier tiene orígenes muy antiguos y es una de las joyas con mayor valor simbólico de la historia de la joyería.
Utilizado en el pasado como sello, demostraba la nobleza del propietario y se transmitía de padres a hijos, transmitiendo así la historia de los anteriores dueños.
Hoy es un anillo sin género que se lleva exclusivamente con un valor estético que puede transmitir el estilo personal de cada uno, comunicando libertad de expresión y sentido de pertenencia.
El anillo chevalier tiene orígenes muy antiguos: ya en el siglo XXVI a.C., los pueblos de Mesopotamia lo utilizaban como sello comercial, pero su verdadero auge no se produjo hasta el antiguo Egipto. Lo llevaban los faraones o los miembros de la alta sociedad como símbolo de prestigio y manifestación de su ego. En la Edad Media, el anillo se cargó de significado, convirtiéndose en el símbolo del poder de la familia a la que pertenecía y del propio linaje, transmitido de padres a hijos. También desempeñó un importante papel jurídico, ya que se utilizaba para validar documentos imprimiendo el sello de la familia (a través del anillo) en el lacre.
El chevalier es así un símbolo, transmitido a través de los siglos, que ha llegado hasta nuestros días, manteniendo su encanto y prestigio.
Inicialmente fabricados con materiales y aleaciones pobres debido a su función práctica, con el paso de los años los anillos chevalier se transformaron en adornos, enriquecidos con el uso de piedras preciosas y materiales más valiosos, y se convirtieron cada vez más en un símbolo para distinguirse: un signo de la propia nobleza que mostrar con orgullo.
Hoy en día, el anillo de sello vuelve a estar de moda, tanto para hombres como para mujeres: por supuesto, ha perdido su significado original, pero no su encanto. La tradición dicta que las mujeres lo lleven en el dedo meñique de la mano izquierda y los hombres en el dedo anular, pero, por supuesto, ahora cada uno es libre de llevarlo donde y como quiera.